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Paseando por la Hacienda Panoaya

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Estimados lectores cibernéticos:

El día de hoy les platicaré sobre el Parque – Hacienda Panoaya, que se encuentra en Amecameca a los pies de los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl, en el Estado de México.

En este lugar pasó su infancia la gran Juana de Asbaje y Ramírez de Santillana allá por el siglo XVII. Allí tuvo tiempo de convivir con su abuelo y leyó –se dice- todos los libros de la biblioteca. Además, le gustaba platicar con los naturales del lugar, por lo que aprendió a hablar náhuatl. Con ellos jugaba, reía y soñaba.

Este museo alberga retratos de personas relacionadas con su vida como lo son los Marqueses de la Laguna, Fray Payo de Rivera y el Conde de Galve, entre otros, además de varias pinturas alusivas a ella.

El lugar se encuentra reconstruido en su totalidad. Asimismo, puede advertirse, con el billete de doscientos pesos en mano, el sitio desde el cual se tomó la fotografía para el reverso de este billete verde.

Después iremos al Museo Internacional de los Volcanes, sitio en el que podremos reflexionar en torno a la actividad que muestran estos colosos de la Tierra. Son tres salas muy interesantes y remata la exposición con un video.

Enseguida, asistiremos a un espectáculo de águilas y serpientes. Si no tienen miedo y carecen de alergias de cualquier índole, pueden asistir, ya que podrán tener oportunidad de cargar a una cachorrita tigrilla de Bengala, acariciar un monito, soportar una joven boa de veinte kilos de peso sobre los hombros y sentir en su cabeza las patas del águila dorada, símbolo de nuestro Escudo Nacional. Es un show muy divertido. Se llama “Azoombroso”.

El lugar también nos depara una sorpresa si es que les gusta alimentar a los animales. Por módicos diez pesos te dan una bolsa pequeña de comida. Llamas, avestruces, camellos y venaditos acariciables querrán que compartas con ellos un poco de su contenido. Se aconseja no llevar aretes, ya que las llamas gustan de jugar con estos accesorios ornamentales. Se puede convivir también con los patos, los puerquitos de color negro, la vaca Sorpresa y su ternerita, que también se puede acariciar.

Tendrán dos horas de tiempo libre, donde podrán comer lo mismo unos ricos antojitos que una comida en forma en el restaurante.

Si alguien gusta de realizar un vuelo en la tirolesa alpina, tiene que obtener un brazalete con el encargado del lugar.

Y, para finalizar, nada como pasar un buen rato en las lanchitas de pedales en el lago artificial Panoaya o una caminata por el laberinto inglés

¡Ah!, se me olvidaba. Es aconsejable ir bien abrigado y lleven, desde luego, zapatos cómodos, gorra o visera y lentes para el sol.

La Hacienda los espera con los brazos abiertos.

Con cariño,

Tere Resa

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