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¿Acaso Dios intenta decirme algo?

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acasodios

Vivir entre los “Cazadores de Cabezas” suena exótico, pero en realidad con lo que me encontré es una comunidad campesina pacifica. El viaje de entrada fue emocionante ya que tuvimos que tomar una lancha por un río que atraviesa la selva para llegar a ellos.

Muchos Cazadores de Cabeza ya viven cerca de la civilización y aunque aun continúan viviendo en lo que llaman ‘”Long Houses”, literalmente casas largas, donde cada puerta pertenece a una familia, tienen sus antenas parabólicas, electricidad y autos.

Pero por suerte Kuniko, mi amiga japonesa, y yo conseguimos visitar una Long House más real, la comunidad se llama Lalang.

Cuando llegamos estábamos un poco nerviosos, no se encontraba Entalai, nuestro anfitrión y guía estaba trabajando en su campo de pimienta, así que el jefe de la tribu, un hombre mayor con tapa rabo, tatuajes florales en el cuerpo y grandes agujeros en los oídos nos recibió con una gran sonrisa. Los demás simplemente se nos quedaban viendo o nos ignoraban.

Cuando llego Entalia hicimos las típicas introducciones y preguntas sobre lo que haríamos y sobre nuestras vidas personales, ellos también tienen curiosidad de saber acerca de nosotros, ¿qué hacemos?, ¿de dónde venimos? ¿qué pasa en nuestros mundos?

Los dos primeros días hicimos lo turístico, un trekking por la selva y una deliciosa comida cocinada en bambúes junto al rió.

Cuando se fue Kuniko, Entalai recibió otro grupo más de turistas, ellos se quedarían 3 noches una de las cuales la pasarían en la selva, yo decidí quedarme con Kuma su esposa que no habla nada de ingles y tampoco malayo (un día fui testigo de como Entalai le traducía una canción de la radio a su esposa).

Pues con señas y un poco de ganas nos comunicamos, ella me decía ‘ana’ (hija) y levantando la mano me señalaba que debía acompañarla.

Un día lo pasamos cosechando la pimienta, cosa que en un principio no fue nada fácil, primero por la cantidad de telarañas que tienen las matas y segundo el sol y el calor estaban insoportables, cuando empecé lo hice lentamente rama por rama, al final ya no me importaban las arañas solo quería terminar.

Después de ese día la gente me vio con otros ojos, al parecer Kuma les contó que le estuve ayudando en el campo, inmediatamente sentí como me veían con mejores ojos, con esta nueva aceptación ya podía ir de casa en casa conviviendo y aprendiendo sobre las tareas que cada quien hacia, los hombres descansaban o tejían sus redes de pesca, las mujeres hacían cestos de ratan o sus típicos sombreros de palma que parecen sombrillas.

Los Iban que es el nombre de esta etnia son súper trabajadores incluso los mayores se les ve cargando costales pesados y pasan la jornada entera trabajando en sus plantíos de arroz y pimienta.

En una ocasión, mientras veía como una mujer mayor hacia un sombrero, llegaron unos hombres con un gran pescado de por lo menos 10 kilos, y hubo una gran conmoción todos vinieron a ver cuanto había pesado, los pequeños lo veían pero temían acercársele mucho. Esos son los eventos importantes de un sitio como este.

Los pocos niños que hay en la casa son menores de 6 años, los demás están en la escuela lejos de ahí. Malasia tiene un ambicioso proyecto para el 2010 en el que por lo menos un miembro de cada familia tenga educación. Los niños procedentes de las Long Houses, especialmente las alejadas de las ciudades, viven en una especie de internado, ya que es la única forma en la que tienen acceso a una educación, algunos malayos opinan que esto es muy triste y desintegra la familia.

Una de las cosas que más disfrutaba durante mi estancia, era ir a pescar con Kuma, esa mujer tiene una gran destreza, un día en la noche, cuando pensé que nuestras actividades habían terminado, me dijo típicamente: ‘ana’, y con la mano me indico: vámonos.

Traía una lámpara y un gorro de invierno por aquello del fresco de la noche, empezamos buscando langostinos en la orilla del río, los pobres animales estaban dormidos y no esperaban lo que les venia. Kuma ponía un cesto enfrente de ellos en contra del sentido de la corriente y lentamente con la otra mano los espantaba haciéndolos huir directo a la trampa, después nos subimos al “long boat”, literalmente una lancha de madera larga y empezó a remar en sentido contrario a la corriente del rió, sostenía la lámpara con su cuello, mientras con las manos remaba lentamente por la orilla, toda una maestra de la navegación, de repente dio un palazo en la tierra alumbramos y vi una rana partida a la mitad, en ese momento me di cuenta que cenaríamos ancas de rana.

Después de unos días me convertí en el anfitrión de la casa, en cuanto llegaban visitas yo debía darles la bienvenida y la introducción a la vida en la Long House, incluso un día llegaron un grupo de médicos a ofrecer asistencia y a dejar un gran botiquín; yo estaba ocupada “platicando” y ayudándoles a aflojar unas ramas para hacer un cesto, prácticamente me obligaron a levantarme para ir con las visitas, lo más chistoso es que ellos no eran extranjeros si no locales. Yo, simplemente ya formaba parte del comité de bienvenida, así nos sentamos en el piso yo, Kuma, el jefe junto con los recién llegados.

Venían de Kuala Lumpur, eran médicos y traían un botiquín de regalo por parte de la compañía petrolera, la misma que edifico las Torres Petronas.

Después de ocho días de convivir con ellos, decidí que era mejor irme, porque me estaba dando demasiada alergia. Ellos tienen dos gatos que rondan por toda la casa. Y dormimos todos en la misma habitación en el piso, cada quien en sobre un colchón delgadito, cubierto por una red contra mosquitos, pero no contra gatos. Varias veces los gatos durmieron a mis pies, por un lado era mejor tenerlos cerca ya que se encargaban de perseguir y comerse a las cucarachas y otros insectos.

El ser guía de turistas ha permitido a Entalia tener dinero suficiente para mandar a sus hijos a la ciudad, ellos están realizando sus estudios y pronto iniciarán la Universidad, su sueño es que una vez que tengan trabajo se los lleven a él y a Kuma a vivir con ellos una vida más cómoda en la ciudad. Yo pienso que a fin de cuentas extrañaran Lalang y esa vida tan tranquila que tienen ahí.

Ellos apenas se han convertido al Cristianismo, por tradición son animistas y creen, a pesar de su incursión a otra religión, en las fuerzas de las naturaleza en los espíritus de la selva, son supersticiosos y obedecen muchas veces a lo que les dictan sus sueños. Entalai nos contó entonces que si un día soñaba con una serpiente era de mal auguro y al día siguiente no salía de la casa, eso detenía muchas de sus labores y su vida.

Su conversión al Cristianismo fue por uno de los hijos de Entalai, al estar estudiando su vida se veía afectada por sus antiguas creencias y el convivir no era fácil, finalmente los otros lo invitaron a seguir el Cristianismo, finalmente llevó esta creencia a la Long House y ahora todos los domingos ellos ofician una misa con cantos y todo pero sin padre.

Al saber que yo provenía de México, un país principalmente Católico, querían que yo rezara por todo y bendijera todo, por la comida, la cosecha de arroz, por ellos, el dolor de cabeza de Kuma, TODO. Se me ocurrió que mi madre debía estar feliz de tanto que rece durante esos días.

Lo más chistoso es que cuando regrese a Kuching la ciudad principal de Sarawak, me hospede en una casa de huéspedes de unos Chinos, Erick, el dueño, ese día al contarle que quería conocer gente local y ver como viven y convivir más con ellos, me invitó esa noche a su grupo de rezo, me dijo: nos reunimos todos los lunes para rezar y después cenamos juntos, cada quien lleva un platillo diferente, si quieres es una buena oportunidad para conocer gente local. Así que me tocó rezar todavía más.

La noche de rezos con Erick fue muy interesante, ahí me di cuenta que los malayos gustan de hablar en inglés entre si, incluso los rezos fueron en inglés.

Pues por si fuera poco, un mes y medio después cuando estaba en Singapur, más evangelización. En ese momento no me imaginaba que mi viaje estaría lleno de rezos, espiritualidad, desde el Cristianismo, hasta el Islamismo, y especialmente el Budismo.

¿A caso Dios, el universo o las energías del mundo, como gusten llamarle, tratan de decirme algo?

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